En julio estuve en Eslovenia de vacaciones. Un país que me sorprendió gratamente. Primero por sus maravillas naturales y después por la educación y afabilidad de la gente. Noté además que todo estaba muy bien cuidado, tanto las propiedades privadas como las comunes y no sólo en la zona más turística, sino también en las zonas rurales que visitamos. Me llamó también la atención la preocupación de la gente por el medio ambiente y la cantidad de productos de producción ecológica que se podían encontrar en los supermercados. También me pareció que el nivel de vida en general era superior al de España. Y eso no es lo que dicen las estadísticas, ya que la renta per cápita española es superior a la eslovena. Pero ya sabemos cómo funcionan los datos macroeconómicos y cómo pueden enmascarar otros datos relevantes, como la desigualdad social.
Eslovenia es un país con increíbles atractivos naturales tanto en la superficie como en el subsuelo. Las cuevas más famosas son las de Postojna y Skocjan y, cada una en su estilo, resultan espectaculares. Nada comparable a lo que había visto hasta ese momento. Por algo me encontraba en la región que dio nombre al famoso “proceso kárstico”.
También llama poderosamente la atención lo arbolado que es el país. Extensos bosques cubren la mayor parte de la superficie, desde las zonas llanas hasta las montañas. Este tipo de hábitat es el ideal para animales como el oso pardo. En Eslovenia hay una buena población de este plantígrado, tanto que el año pasado se ha autorizado la caza de un cupo de hasta 93 osos. También se están utilizando ejemplares de osos pardos eslovenos para repoblar los Pirineos. No hicimos excursiones específicas en zonas oseras así que no pudimos ver ningún plantígrado salvaje. Tampoco pudimos contratar algunos de los escondites o “hides” que existen en el Este del país para la fotografía de osos en libertad. Una asignatura pendiente que nos queda para otra ocasión.
En el noroeste del país se encuentran los Alpes Julianos, y en ellos el Parque Nacional Triglav, una zona que merece la pena recorrer con detenimiento. Impresionantes montañas y valles glaciares que encierran algunas de las maravillas más visitadas, como el lago Bled. No en vano ha alcanzado este verano el título de lugar más fotografiado en Instagram. No hay ningún “influencer” viajero que se precie que no se haya hecho alguna fotografía junto a este bello lago.
Los Alpes Julianos, aunque no tienen ningún pico por encima de los tres mil metros, no dejan de ser espectaculares. Un lugar que no hay que perderse es Velika Planina y sus encantadoras cabañas de madera, antaño usadas para vivienda de los pastores en verano cuando subían el ganado a los prados de montaña y ahora la mayoría reformadas como viviendas particulares o como apartamentos de alquiler.
Otro gran atractivo son las gargantas que los ríos de montaña han horadado en la roca caliza. Las más conocidas son la garganta del río Soca y la de Vintgar. Esta última, por la que transcurre el río Radovna, es muy visitada por los turistas porque tiene un camino de pasarelas de madera no muy largo y bastante cómodo. Conviene evitarla en días festivos de verano si no se quiere ir en modo “procesión”.
Por último quiero destacar la coqueta capital del país, Ljubljana. Merece la pena perderse por el peatonal centro histórico de esta ciudad y disfrutar del extraordinario ambiente de las terrazas de bares y restaurantes a lo largo del río. Una experiencia muy relajante.