El beleño negro (Hyoscyamus niger) es una planta muy común en baldíos, cunetas o escombreras, sobre todo de la mitad Norte de España. El término latín del género (Hyoscyamus) significa “haba de cerdo” y alude a un hecho que se narra en la Odisea, en el que la maga Circe convierte a algunos compañeros de Ulises en cerdos al hacerles beber una poción a base de beleño. Es una planta bien conocida desde la antigüedad (ya la usaban en el antiguo Egipto) como remedio frente a males o dolencias como el insomnio, el asma o el dolor de muelas. Al que come beleño no le faltará el sueño, dice el refrán. Como otras plantas de la familia de las solanáceas, sus hojas y semillas contienen principios activos (hiosciamina, atropina, etc.) de elevada toxicidad, como defensa ante los animales herbívoros. La acción de estos compuestos se dirige sobre todo sobre el sistema nervioso simpático, teniendo propiedades analgésicas, antiespasmódicas, sedantes, bronquíticas, o alucinógenas. Respecto de esta última propiedad, es bien sabido que el consumo de esta planta produce una gran sensación de ligereza e ingravidez, de tal realismo que parece como si se volara por los aires. Algunos autores atribuyen al consumo de beleño los supuestos vuelos de las brujas en sus escobas. Los principios activos del beleño penetran a través de la piel, sobre todo a través de las membranas mucosas, como la vagina o el recto. Así, en la Edad Media las brujas podrían haberse untado ungüentos a base de beleño en el bajo vientre y tener esas alucinaciones tan fantásticas como si volaran. Pero cuidado con esta planta porque a grandes dosis puede provocar un descenso drástico de la presión arterial e incluso la muerte.
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